Redacción. Madrid
La hipertensión resistente es una patología que actualmente no responde de manera óptima al tratamiento farmacológico y supone un alto riesgo de accidente cardiovascular para el paciente hipertenso. Se ha desarrollado una nueva técnica que reduce la tensión arterial de forma casi definitiva y disminuye el uso de medicamentos.
Luis Miguel Ruilope.
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La presentación de esta técnica en Andalucía ha tenido lugar en Málaga, durante un encuentro de especialistas en hipertensión, venidos de toda Andalucía, encabezados por Luis Miguel Ruilope, jefe del Servicio Investigación de la Unidad Cardiovascular del Hospital 12 de Octubre de Madrid, unidad pionera en España. Este tratamiento es el denominado denervación renal, que disminuye la conducción a través de los nervios, de manera que los mecanismos reguladores del propio cuerpo se activan para reducir la presión arterial.
La técnica consiste en la aplicación de un catéter de denervación renal, mediante una pequeña actuación mínimamente invasiva, que emite descargas de radiofrecuencia de baja intensidad en el perímetro de las dos arterias renales, para desactivar las terminaciones nerviosas responsables de la hipertensión arterial. Se accede a la arteria renal a través de la arteria femoral con un catéter guiado con rayos X, equipado con varios electrodos que producen de 8 a 12 impactos en la arteria, obteniéndose resultados de forma inmediata.
De esta forma, el paciente podrá reducir parte de la medicación que se usa habitualmente para esta patología, y no perderá nivel alguno de fluidez en el riego sanguíneo, consecuencia que siempre aparece con el uso de estos fármacos. Según los estudios realizados, se obtiene una reducción de la presión arterial sistólica que alcanza hasta los 28 mm Hg.
Esta técnica permite prevenir patologías como la enfermedad vascular cerebral y la cardiopatía isquémica, causa común de muerte e incapacidad, además de otros problemas neurológicos y cardiológicos. La hipertensión no controlada y prolongada en el tiempo puede provocar efectos agudos y crónicos como hemorragia cerebral, arritmias y embolias. Asimismo, es una causa probada de patologías cardiovasculares como insuficiencia cardiaca, angina de pecho, infartos de miocardio o muerte súbita. |