Redacción. Madrid
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) considera de vital importancia concienciar a la población y a todo el personal sanitario acerca de la correcta atención hacia los pacientes ancianos, un segmento de la población que muchas veces es discriminado en el ámbito sanitario, tanto en la implantación de nuevos tratamientos como en la aplicación de técnicas diagnósticas.
Manuel Martínez-Sellés.
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Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad y de morbilidad en la población de los países desarrollados y en especial dentro de la población anciana. Si tenemos en cuenta que España es uno de los países más envejecidos de Europa y que se prevé que este fenómeno vaya en aumento, en los próximos años habrá un consecuente incremento de la prevalencia y mortalidad por enfermedad cardiovascular.
“Muchas veces tenemos la tendencia a tratar de forma más cuidadosa, con mas respeto y usando tratamientos más costosos, a los pacientes más jóvenes que a los pacientes de edad avanzada; y eso, en la mayoría de los casos, no tiene una justificación desde el punto de vista científico, ya que los pacientes ancianos podrían beneficiarse de igual manera de estos tratamientos”, manifiesta el Dr. Manuel Martínez-Sellés, presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la SEC.
Un ejemplo de ello es el caso de los pacientes con estenosis aórtica candidatos a recibir un implante de prótesis aórtica transcatéter (TAVI), que son, en su mayoría, pacientes de edad avanzada (incluso octogenarios), y sobre los que se ha comprobado los beneficios del implante de nuevos tratamientos.
En este sentido, se acaba de publicar en la prestigiosa revista Journal of Internal Medicine el estudio español Pegaso, un metaanálisis observacional que ha estudiado los factores asociados a la elección del tratamiento, y su posterior seguimiento a largo plazo, de 928 pacientes octogenarios con estenosis aórtica (EA) severa.
El análisis ha puesto de manifiesto que más de la mitad de los pacientes octogenarios con EA severa son tratados mediante terapia conservadora (tratamiento paliativo que no mejora su pronóstico), cuando, aunque no son aptos para recibir el tratamiento convencional mediante cirugía, sí podrían beneficiarse del reemplazo valvular por vía percutánea (TAVI), que en la actualidad solamente recibe un cuarto de estos pacientes.
La EA es la enfermedad valvular más frecuente en los países industrializados. En España, el 5,5 por ciento de las personas mayores de 75 años padece esta patología que se caracteriza por un estrechamiento anormal de la válvula aórtica que dificulta la circulación de la sangre del corazón hacia la aorta, y que puede ocasionar casos graves de angina de pecho, arritmia, insuficiencia cardiaca, hipertrofia o infarto. Se trata de una valvulopatía de incidencia creciente con la edad y que, además de condicionar una mortalidad precoz, afecta de forma importante a la población anciana.
El único tratamiento efectivo para revertir esta enfermedad es el recambio valvular aórtico, que puede realizarse a corazón abierto o de forma percutánea (TAVI). Esta última, se presenta como una intervención mínimamente invasiva destinada a aquellos pacientes que poseen un alto riesgo quirúrgico o son directamente inoperables mediante cirugía convencional. “Esta es la situación en la que se encuentran alrededor de la mitad de los pacientes analizados, debido a las múltiples comorbilidades que padecen y hacen aumentar el riesgo perioperatorio. En estos pacientes, por tanto, la TAVI se presentaría como la mejor opción terapéutica”, señala el Dr. Manuel Martínez-Sellés, como autor del estudio.
Por lo que hace a los índices de supervivencia en función del tratamiento elegido, el estudio muestra cómo la supervivencia a un año de los pacientes con TAVI es del 75 por ciento, mientras que la de los pacientes que reciben un tratamiento conservador es del 60 por ciento, lo que supone un incremento de la esperanza de vida de un 25 por ciento. “Además, como la mayoría de estos pacientes tienen al menos dos años de seguimiento, nos ha permitido ver cómo esta diferencia en el índice de supervivencia aumenta hasta un 30 por ciento a los dos años”, destaca el experto.
Así, este trabajo pone de manifiesto que la mayoría de pacientes no están recibiendo ningún tratamiento efectivo ya que se sabe que el tratamiento conservador (tratamiento médico paliativo) no mejora el pronóstico, y también demuestra cómo tanto los pacientes seleccionados para recibir la cirugía como los pacientes que reciben TAVI (que tienen un perfil clínico similar al de los pacientes que no se les hace nada) tienen un pronóstico mucho mejor.
“Por este motivo el estudio lleva por nombre ‘necesidad de intervención’, ya que pone de relieve la necesidad de realizar un cambio en el abordaje de estos pacientes que podrían estar beneficiándose de un tratamiento pero que, hoy por hoy, a la mayoría de estos pacientes no se les está haciendo nada”, destaca el cardiólogo de la SEC.
Este hecho cobra aún más importancia si se tiene en cuenta las repercusiones implícitas derivadas del contexto de crisis económica actual, que provoca un acceso desigual a nuevos tratamientos y una implantación de forma más restringida en las personas de mayor edad. Así lo manifiesta el Dr. Manuel Martínez-Sellés, “lamentablemente la discriminación por edad en ámbito sanitario, aunque es una realidad a nivel mundial, es un hecho difícil de justificar desde el punto de vista científico ya que los ancianos poseen un mayor riesgo de sufrir este tipo de enfermedades y un peor pronóstico. No tiene sentido que seamos mas restringidos en pacientes con una determinada edad respecto una población más joven, cuando precisamente estos son los que tienen más riesgo de padecer un evento de esta índole en un futuro. Muchas veces se limitan tratamientos por la corta esperanza de vida que se cree que va a tener el paciente de forma incorrecta, ya que hoy por hoy incluso los ancianos pueden tener una longeva esperanza de vida”.
En este sentido, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) hace una llamada para que seamos todos conscientes de que las personas de avanzada edad tienen el mismo derecho que las personas jóvenes a recibir un correcto tratamiento.
El Dr. Martínez-Sellés concluye que, “la paradoja de esto es que los nuevos tratamientos, a pesar de ser costosos, han demostrado disminuir la hospitalización, con lo cual han demostrado tener un resultado de coste-efectividad positivo, pero lamentablemente muchas veces el foco de atención se pone en el coste individual del fármaco sin tener en cuenta que, al prescribirlo, estamos evitando que alguno de estos pacientes vaya a tener un reingreso”. En referencia a un posible cambio de concienciación social sobre este aspecto, el experto manifiesta que, “yo soy optimista y creo que esto ya está empezando a cambiar, no tan rápido como debería pero lo hace, y como cada vez la edad media del paciente cardiológico está por encima de los 65 años, es una especialidad que se está volviendo eminentemente geriátrica, con lo que todo apunta a que cada vez habrá más concienciación social y sanitaria sobre este tema”.
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