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Miércoles, 21 de diciembre de 2011   |  Número 44
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MIR
ALFONSO MORENO, PRESIDENTE DEL CONSEJO NACIONAL DE ESPECIALIDADES EN CIENCIAS DE LA SALUD
“La troncalidad dice, y es imprescindible, que los programas formativos deben rehacerse”
Señala que últimamente más centros privados están solicitando esta acreditación por el nivel tan alto que tienen

Félix Espoz / Imagen: Diego S. Villasante. Madrid
Alfonso Moreno, presidente del Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud, ha señalado que, gracias a la troncalidad, se generarán especialistas algo más polivalentes y que se debe ajustar el número de profesionales que necesita el país, para lo que se antoja indispensable un mejor registro que recoja el ejercicio real de los especialistas. En su opinión, han de aprovecharse todos los recursos disponibles para la formación, tal como marca la Ley, y no “hay distinción entre lo público y lo privado”, ya que las acreditaciones demuestran la calidad de ambos.

Malentendidos que genera el proyecto de troncalidad.

¿Están las estructuras docentes preparadas para el nuevo modelo de troncalidad?

Sí, pero diría que hacen falta unas pequeñas adaptaciones más de tipo administrativo que de tipo material o estructural. El sistema sanitario es bueno, así como sus profesionales, que pueden ser estupendos formadores. Quizá faltan algunas cosas que cuando se desarrolle la troncalidad tendrán que ser definidas, como, por ejemplo, qué es una unidad docente troncal. El documento elaborado dice que la formación se hará en unidades de este tipo. No será difícil puesto que ya tenemos unidades docentes tradicionales que se adaptarán. E insistir mucho más en la figura del tutor como eje fundamental en la formación de los profesionales. Sin la figura del tutor no puede haber una buena formación sanitaria.

Las especialidades han entrado en conflicto entre sí por los nuevos Reales Decretos, ¿hubiera sido posible alcanzar un mayor consenso?

Sin ninguna duda. En mi opinión ha habido mucho ruido. Quizá se ha explicado mal o se ha entendido mal lo que pretendía la troncalidad. En bastantes casos el conflicto ha venido generado por un juicio sencillo (limitado), en el sentido de que si se considera que en la troncalidad hay que dedicar una parte del periodo formativo al periodo que la ley dice (al menos dos años) no quedaría tiempo suficiente para la formación específica, y es verdad, si esto fuese así. Pero no lo pretende. Busca que en estos dos años de formación común haya una formación básica mucho más amplia en especialidades afines integradas en cada uno de los troncos, para que el profesional tenga una solidez mucho mayor en su formación de primer escalón. Después, en una segunda etapa, la formación específica, va a adquirir los conocimientos, habilidades y aptitudes propias de su especialidad.

La troncalidad dice, y es requisito imprescindible, que los programas formativos deben ser rehechos. Cuando el programa formativo de ese periódico específico haya definido cuáles son las competencias de ese especialista, se tendrá que decir estas competencias que requieren este programa, y este programa requiere este tiempo. Si no hay reformas de programas en base a las competencias que debe tener el futuro especialista y no hay un ajuste de tiempo en base a estos programas es mejor que no hagamos nada.

¿Por qué la troncalidad es el mejor modelo para formar especialistas?

No es que sea el mejor modelo. Va a ser uno en que el especialista sanitario va a tener una formación horizontal más amplia. Va a adquirir conocimientos de especialidades afines que le van a servir después para el ejercicio profesional de su propia especialidad. No es bueno tener una visión reducida del ejercicio profesional. El especialista debe tener conocimientos de los campos contiguos a su especialidad y para eso debe haber adquirido estos conocimientos. Debido a la troncalidad, el residente que comienza una formación y ya tiene decidida su especialidad, puede resultar que como está rotando y viendo especialidades afines decida cambiar. Va a tener una elección más informada. Cosa que ahora no ocurre.

Y aún más, si una vez que el especialista ha terminado su formación y tiene un título y quiere tener una segunda especialidad de ese tronco, no tiene que empezar en el año cero, empieza en el periodo específico de esa segunda elección. Es ventajoso: ajuste de tiempos, amplitud de conocimientos y mejores relaciones con otras especialidades, y por tanto, mayor capacidad de resolver problemas en la práctica diaria. Ganaría el paciente, además del propio profesional.

Papel de las acreditaciones como garantes de la calidad.

Precisamente en unos tiempos en los que se tiende a la superespecialización…

Llegaríamos al infinito. ¿Es necesaria la superespecialización dentro de una especialidad? Por supuesto que sí. También lo prevé la ley: áreas de capacitación específica. Una persona puede tener el título de cirujano general y puede dedicarse sólo a hígado. Hace una capacitación específica desde su especialidad. En lugar de ser un especialista en cirugía del hígado.

La Unión Europea se plantea que los especialistas para tener reconocidos sus títulos hayan recibido una formación de cinco años en su especialidad…

No es exactamente así. La UE tiene algunas directivas que hablan de especialistas sanitarios y define una serie de tiempos mínimos de formación, que en el caso de España se cumplen. Un ejemplo de lo que pasa en Europa: Hay países en los que la duración de la formación en Medicina Familiar y Comunitaria es de dos años, como el caso de Italia, y otros en los que la misma especialidad es de seis años, como en Finlandia. España tiene cuatro. Sin embargo, la directiva permite que el formado en Italia pueda tener reconocido su título en Finlandia. Nosotros cumplimos los tiempos mínimos en todas las especialidades. ¿Qué hay que revisar los tiempos? Sí. Hay que tener en cuenta que la duración de la formación de especialistas en España no ha variado desde 1984, excepto Familia.

Algunas especialidades se han quejado históricamente de que el número de sus especialistas es muy bajo. ¿Cómo solventarlo?

Es muy difícil saber si faltan especialistas. No tenemos un registro fidedigno de especialistas. Sabemos los que están colegiados, lo que no quiere decir que estén ejerciendo como tal. Hacer planificaciones sin saber la situación real no es fácil. Es verdad que las Administraciones sanitarias se han quejado de falta de especialistas en algunos sitios concretos, en algunas especialidades concretas y en algunos momentos concretos, y han tenido que recurrir a la importación de especialistas de otros países hasta que ha habido un reajuste. España también ha exportado especialistas, pero la crisis ha hecho que se vayan menos y algunos están volviendo. Hemos escuchado a autoridades sanitarias decir que faltan especialistas por lo que hay que formar más médicos. Pero cuántos. Sin tener en cuenta que el médico que ingresa en la facultad va a ser especialista dentro de doce años.

Hacíamos referencia a áreas como Geriatría…

Yo no podría decir los Servicios de Geriatría que hay en los hospitales españoles, pero seguro que no todos los hospitales españoles de un determinado nivel tienen dotación de Servicio de Geriatría. Si mañana se define la necesidad de que esos hospitales tengan geriatras, entonces podríamos definir que nos faltan este tipo de especialistas. Hay que planificar y para hacerlo hay que conocer la situación. Hace falta un registro vivo, ágil y mejor de ejercicio. Es muy fácil decir los especialistas que hacen falta en base a la demografía, tienen tal edad ahora y en X años harán falta tantos. Eso no es. Es necesario, pero no es suficiente.

¿Cómo valora la creación de nuevas facultades de Medicina?

Es un tema que linda con la planificación de la necesidad de médicos. Hoy hay 40 facultades de Medicina funcionando en España. Ocho en la Comunidad de Madrid en este curso (cuatro públicas y cuatro privadas). En mi opinión, sobran facultades de Medicina porque no tenemos esa planificación de las necesidades a medio plazo. Además, la formación de un médico especialista es muy específica, muy costosa y si no se ejerce se pierde calidad. Estamos en el camino de ir fabricando especialistas que no van a trabajar. Eso cuesta dinero a las arcas públicas. Y da igual que esté formado en un sitio privado, ya que también le supone un costo al sistema público.

No hay distinción entre la formación pública y privada.

¿Qué papel juega la sanidad privada en la formación de los alumnos y futuros especialistas?

La formación, tanto de alumnos de grados sanitarios como de profesionales sanitarios, tiene que hacerse a pie de cama y no debe distinguir entre sanidad pública o privada, es más, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, cuando habla de formación de los profesionales dice que toda la estructura sanitaria estará a disposición de la misma y no hace distinciones. Mi opinión es que se debe aprovechar todo lo que sea aprovechable, sin el apellido del concepto público o privado.

¿Cómo valora que estén apostando cada vez más por formar residentes?

Ha existido siempre, y ha habido centros clásicos privados, como el Instituto de Urología en Barcelona, del doctor Puigvert, que desde hace muchísimos años tiene formación de especialistas urólogos, o la Clínica Universitaria de Navarra, que es un centro que desde el punto de vista de la formación no se diferencia para nada del hospital que tiene al lado, el Hospital de Navarra, por ejemplo.

Todas las opciones son válidas, ya que tienen que pasar los mismos requisitos para tener acreditación docente. La acreditación docente no distingue entre un tipo y otro de sanidad. Los requisitos han de cumplirse. También es verdad que últimamente más centros privados están solicitando esta acreditación. ¿Por qué? Porque la dotación de estos centros privados es cada vez mejor, con las últimas tecnologías, procedimientos y conocimientos. Es lógico que haya más solicitudes de acreditación.

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