Sandra Melgarejo. Madrid
Iñaki Lekuona lleva 32 años dedicado a la Cardiología. Durante su carrera, ha pasado del fonendoscopio a las ecografías tridimensionales y, aunque le quedan cinco años para jubilarse, espera poder ver algunos “avances extraordinarios” más. Eso sí, advierte de que no hay que olvidarse de “lo más básico”: prevenir. El jefe del Servicio de Cardiología del Hospital de Galdakao (Vizcaya) considera que la formación de los profesionales está “estupendamente contemplada”, pero que la investigación está un poco “dejada” porque el sistema no está “lo suficientemente organizado”.
Recientemente se ha celebrado el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología ESC 2013, ¿cuál ha sido su participación?
Iñaki Lekuona.
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Hemos presentado varias cosas relacionadas con la apertura de oclusiones totales. Tenemos un hemodinamista en el servicio que hace oclusión coronaria total, una técnica que proviene de Japón y que están aprendiendo muchos especialistas. También he asistido a otras sesiones. Ha sido un congreso muy denso y con mucha información, donde se han presentado las nuevas guías de angina crónica inestable, las nuevas guías de diabetes, las nuevas guías de marcapasos y resincronización… La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) está muy activa, mucho más que la americana, les estamos ganando la partida.
¿Y cómo está la Cardiología española en el ámbito europeo?
Creo que tiene muy buen nivel. Si se quitara el complejo del inglés… Tenemos una cierta dificultad, pero hay profesionales de muchísimo nivel y cada vez está mejor representada dentro de la ESC y en las guías europeas. Está mal que yo lo diga, porque soy cardiólogo, pero creo que la Sociedad Española de Cardiología (SEC) está al máximo nivel, con muchos socios muy activos y con un nivel científico que no tiene nada que envidiar a ningún país europeo.
Quizá estamos más retrasados en investigación, aunque también se está mejorando mucho. Tal vez, los hospitales en España tienen más actividad asistencial que docente e investigadora, es una cultura que se tarda mucho en adquirir, pero la SEC está haciendo un verdadero esfuerzo para que esto no sea así. Todos tenemos la obligación de hacer investigación clínica y, para ello, creo que debería cambiar la estructura y la relación de los profesionales con sus hospitales, en el sentido de que debería haber un horario asistencial pero, también, un horario de investigación, como pasa en Estados Unidos o en otros países de Europa. El I+D+i es lo que hace que podamos progresar, conseguir patentes y tener relevancia en el mundo.
¿Cómo organizan la investigación clínica en su servicio?
Nuestro hospital es pequeño y hacemos investigación clínica de un nivel muy modesto. Ahora mismo, participamos en tres ensayos multicéntricos internacionales, fundamentalmente en el campo de la diabetes y en algunas cuestiones relacionadas con la hemodinámica y los stent. Tenemos alguna línea de investigación en imagen, como el análisis del edema por resonancia magnética en el proceso del síndrome coronario agudo.
¿De qué manera les afecta el contexto económico?
Tenemos un país que adolece de una cierta planificación para ver cuál es el recambio generacional, qué especialidades van a tener exceso de médicos, cuáles defecto… Estamos muy necesitados de tener un instituto parecido al NICE británico, aquí cada uno hace lo que puede. La sanidad es la joya de la corona de España, pero no tiene un Servicio Nacional de Salud, tiene 17. En el País Vasco hemos conseguido mantener al Osakidetza a pesar de la crisis, pero ya estamos deficitarios, lo que supone recortes en sueldos, en personal… Se están haciendo grandes esfuerzos por minimizar el impacto.
Muchas veces se toman decisiones coyunturales que disminuyen en gasto a corto plazo, pero a medio-largo plazo hacen un gran daño a un sistema que es maravilloso. No existe en ningún otro sitio del mundo un sistema universal y equitativo, en el que no importa la renta que tenga cada uno para poder acceder a un trasplante cardiaco. Es una cosa insólita, un milagro. Pero este milagro está en peligro. Los profesionales intentamos cada vez más mejorar nuestra eficiencia, pero la verdad es que la situación es muy difícil para todos. Tendríamos que funcionar con criterios apropiados y trabajar por objetivos.
Dada la situación, ¿cómo ve el futuro de la Cardiología?
Desde el punto de vista científico, el futuro de la Cardiología es brillante, luminoso. El avance en genética, nuevas técnicas, imagen, etc., va a ser espectacular. Soy cardiólogo desde hace 32 años y he pasado del fonendoscopio a las ecografías tridimensionales y a la hemodinámica. Me quedan cinco años para jubilarme, pero espero poder ver algunas de las cosas que ya se están intuyendo. Vamos a ver unos avances extraordinarios.
Lo que es muy importante es que tenemos que ir por delante. La idea es que, aunque tengamos unos cardiólogos extraordinarios que puedan atender cualquier problema, la gente no llegue a tener ese problema. La prevención es lo primero de todo. Me dedico mucho a los factores de riesgo cardiovascular, siempre estoy hablando con los médicos de familia, y me preocupa mucho el paciente hipertenso, la diabetes, la obesidad, el tabaco… Tenemos que convencer a la población de que, aunque tengamos unos medios extraordinarios para tratar las enfermedades, no tenemos que llegar a eso. Esto es lo ideal y lo barato.
Hay una explosión de conocimientos, pero nos olvidamos de lo más básico: prevenir, prevenir y prevenir. Los gobiernos y las sociedades científicas tienen que hacer un verdadero esfuerzo para que sea así.
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